Carta abierta a Hugo Chávez.



Maracaibo, 25 de Mayo de 2012.


Señor,

Hugo Rafael Chávez Frías,

Presidente de la República Bolivariana de Venezuela,

Su  despacho.-


Antes de proceder a desarrollar mis ideas en esta misiva, deseo aprovechar la oportunidad para extenderle un cordial saludo. Requiere usted saber quién le escribe, por ello, me presento como un ciudadano común, estudiante universitario, preocupado por la situación de mi patria venezolana, que también es la suya. No represento los intereses de organización alguna, me dirijo ante usted por iniciativa propia, pero entienda que esta carta fue escrita por un venezolano que reúne en sus palabras el sentir de la mayoría de quienes habitamos este país.


Así pues, señor Presidente, trataré de manifestarle en estas líneas las mayores preocupaciones que tenemos los venezolanos por la crisis que atraviesa nuestra Nación, y las más contundentes críticas al gobierno que usted preside. Hago uso de esta vía epistolar casi obsoleta, por cuanto estoy consciente de la imposibilidad que tendría de comunicarme directamente con usted.


En primer lugar, deseo recordarle que Venezuela es un país con muchas posibilidades de progreso y desarrollo, y esto no se ve reflejado en el momento histórico que nos encontramos viviendo. Aspiro -al igual que todos nuestros compatriotas- poder vivir en paz, prosperidad, igualdad y armonía; pero por lo visto, esto por ahora es sólo una utopía. El país está viviendo una crisis, una profunda y terrible crisis,  y sin embargo perece que usted no se diera cuenta de ella, o simplemente quisiera ignorarla. Yo no quiero que usted retrate a Venezuela como un edén que no es, no quiero que festeje fechas sin significado, ni que se empalague de halagos interesados y oportunistas; mi deber moral está en hacerle un llamado de atención, por lo que le pregunto: ¿Cómo es posible que la ignorancia reine aún en las mentes de tantos venezolanos?; ¿cómo explica que la economía esté cayendo en picada y que el país esté sumido en deudas?; ¿por qué el Estado se hace cada día más enorme y burocrático, pero a la vez más ineficiente y corrupto?; ¿acaso no le indigna saber que Venezuela se encuentra dentro de los países más inseguros del mundo?.


Mi conciencia me obliga a repudiarlo como gobernante señor Chávez, a repudiar su gobierno, su auto denominada revolución, la ideología que trata de imponer a todos los venezolanos y que sólo pocos comparten con usted, y su verborrea vacía y llena de odio. Si en esta carta tratase de mencionar todas las acciones realizadas por su gobierno que representen grandes agravios a la dignidad nacional y vulneraciones a los derechos y libertades de las personas, me extendería mucho más de la cuenta, pudiendo redactar tomos completos, por ello me limitaré a recordarle algunas de las peores.


Las políticas de gobierno concebidas por su persona y su gabinete, su indolencia ante los problemas de interés nacional, y la destrucción de los valores de la población que su gobierno avala e incluso impulsa, se han encargado de devastar al país. Es inexcusable que el modelo de Estado venezolano, si bien democrático y moderno en el papel, se parezca cada vez más en la práctica a uno propio del Medioevo. Me refiero a lo increíble que ha sido la progresiva aniquilación del Estado de Derecho que existía en Venezuela y la subsecuente concentración de todo el poder en sus manos, irrespetando el sagrado principio de separación de poderes, cuestión que se evidencia al observar la forma servil y vergonzosa con que actúan los demás Poderes Públicos; pisoteando de igual manera el principio de legalidad como figura rectora de la actuación del Estado; y dejando los derechos de las personas en un plano de sumisión ante su voluntad autoritaria señor Chávez. Es sencillo de comprender: en Venezuela ya no existen límites de Derecho a su actuación, no hay nada que evite que haga lo que le dé la gana.


También me gustaría recordarle que una de las funciones de mayor relevancia del Ejecutivo Nacional que usted preside es brindarle seguridad personal a cada uno de los pobladores de Venezuela, lo que es también una de las razones de mayor peso por la cual la gente lo votó en las reiteradas elecciones celebradas en la última década y media. Y nuevamente, este es otro aspecto en el que su gobierno no ha hecho nada, sino que por el contrario, se ha ocupado de promover la violencia desde los órganos públicos y desde los medios de comunicación que dependen de la administración pública central. Presidente Chávez, la vida en Venezuela no vale nada.


Una de las cosas más preocupantes a mi entender, es la terrible polarización social que sufre el país y que propugna el régimen que usted comanda. Ya no se trata de la típica división y rivalidad política entre simpatizantes de distintos partidos, normal en todas las sociedades del mundo, y que aún persiste en Venezuela, sino que se ha generado además un fuerte odio entre clases sociales, el tipo de odio que se encarga de quebrar patrias, y que cada día se profundiza más, hasta el punto de parecer parcialmente irreversible. Lo peor del caso, repito, es que esta polarización nacional sea amparada por su administración, y sea impulsada con las constantes apologías al odio que emanan de su persona y de sus aliados.


Sin ánimos de extenderme más, quiero pedirle que no me vea como un irrespetuoso, sólo trato de decir la verdad. No conozco sus verdaderas intenciones al frente del gobierno de la República, pudieran ser éstas buenas e incluso altruistas, pero lo cierto es que la manera en que las ha puesto en práctica lo han llevado a violar la Constitución en infinidad de ocasiones, e incluso a traicionar a la patria, sin tener usted virtudes tangibles que me hagan admirarlo. Por todo esto señor Presidente, lo exhorto a que realmente reflexione sobre sus acciones y asuma la responsabilidad por todos los errores que ha cometido. Haga un acto de valentía, no busque la reelección en octubre, y deje que otras personas se encarguen de reconstruir a Venezuela. Reconozca que su tiempo en el poder llegó a su fin.


Sin más a que hacer referencia y esperando su mayor comprensión,


Saludos,


José Alberto Vargas La Roche.

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