Por José Alberto Vargas La Roche.
Detalle
del “Mapa geográfico del Partido de Alcántara: comprehende el gobierno de su
nombre, el de Gata, el de Valencia de Alcántara: las Varas de Brozas, Ceclavín,
y Cilleros”, realizado por Tomás López, geógrafo real, en 1785, 4 años antes
del nacimiento de Francisco Amado, donde se ven claramente las villas de Brozas
y Las Navas[2].
Plano de la Villa de Brozas, hecho
en 1796 por Tomás López, geógrafo real[3].
Su
nombre es, cuanto menos, problemático para la investigación histórica, y es que
a pesar de haber vivido entre el último cuarto del siglo XVIII y la primera
mitad del XIX, cuando parece que las costumbres relativas a nombres personales
y familiares comenzaban a estandarizarse en el mundo hispano (estando el nombre
de una persona formado por la hoy común combinación de nombre de pila y dos apellidos: el paterno y el materno, en ese orden), en
la distinta documentación primaria donde es directamente mencionado, aparece
con distintos nombres y apellidos que inevitablemente hacen la labor investigativa
más complicada.
Si
bien usó el apelativo Francisco -que se corresponde con el segundo de los que
se le asignaron en la pila bautismal- como nombre principal durante su vida,
siendo llamado de esa forma, a secas, por familia, autoridades políticas y
eclesiásticas, en algún documento aparece como Gerónimo Francisco, en otro como
Francisco Gerónimo, y en otros, incluso, a su acostumbrado nombre se le adhiere
como acompañante un Antonio, sin aparente explicación.
Templo de
Santa María la Mayor de la Asunción en la Villa de Brozas, lugar de bautismo de
Francisco Amado[4]
La
determinación del apellido resulta aun más engorrosa, y es que si bien el
sustantivo Francisco siempre fue usado al menos como parte de su nombre de pila
en toda la documentación que sobre su vida existe disponible, su apellido es
caso distinto, variando entre Amado, Duque y una combinación de ambos.
Amado, el primer apellido de su padre y de su abuelo paterno, fue heredado de una bisabuela paterna, María Sánchez la Amada, proviniendo a su vez de la línea paterna de aquella, siendo su abuelo, también llamado Francisco Amado y quien probablemente vivió en la segunda mitad del siglo XVII, la primera persona conocida en portarlo en la familia. Si su abuelo paterno hubiera adoptado el apellido de su padre, Rino sería el que completara la identificación de Francisco. En cuanto al Duque, este apellido sí siguió una sucesión patrilineal más tradicional, aunque la madre de Francisco en ocasiones no era referida con ese nombre familiar, sino como Delgada o la Delgada, que había heredado de su propia madre.
Amado, el primer apellido de su padre y de su abuelo paterno, fue heredado de una bisabuela paterna, María Sánchez la Amada, proviniendo a su vez de la línea paterna de aquella, siendo su abuelo, también llamado Francisco Amado y quien probablemente vivió en la segunda mitad del siglo XVII, la primera persona conocida en portarlo en la familia. Si su abuelo paterno hubiera adoptado el apellido de su padre, Rino sería el que completara la identificación de Francisco. En cuanto al Duque, este apellido sí siguió una sucesión patrilineal más tradicional, aunque la madre de Francisco en ocasiones no era referida con ese nombre familiar, sino como Delgada o la Delgada, que había heredado de su propia madre.
Así,
en los primeros documentos vitales de Francisco solo se referencia su apellido
a través de la mención de sus padres, siempre asignando Amado como primer
apellido de su padre. Entre 1823 y 1833 usó indistintamente los apellidos Amado
y Duque, en ocasiones apareciendo juntos, pero en estos casos refiriéndose al
Duque como un alias o un nombre por el cual era vulgarmente conocido, en lugar
de colocarlo como un segundo apellido.
En el marco de esa década, durante los años 1823 y 1824, Duque apareció en varios documentos como único apellido, incluso de forma predominante, siendo también utilizado como apellido único en documentación militar y civil emitida entre 1823 y 1828. Luego, entre 1828 y 1831 solo el apellido Amado aparece en los documentos, para luego resurgir dos veces el nombre Duque en el mismo mes de noviembre de 1833.
En el marco de esa década, durante los años 1823 y 1824, Duque apareció en varios documentos como único apellido, incluso de forma predominante, siendo también utilizado como apellido único en documentación militar y civil emitida entre 1823 y 1828. Luego, entre 1828 y 1831 solo el apellido Amado aparece en los documentos, para luego resurgir dos veces el nombre Duque en el mismo mes de noviembre de 1833.
Desde
1835 usó exclusivamente Amado, siendo referenciado solo con ese apellido
incluso en los documentos eclesiásticos de sus hijos en los que un ya fallecido
Francisco es mencionado. Sus hijos adoptaron el apellido Amado, y así pasó a
las siguientes generaciones, siendo vasta la descendencia que ha portado y
porta ese nombre de familia en Maracaibo.
En
el mundo hispano, antes de la instauración de los registros civiles en la
segunda mitad del siglo XIX, el nombre de una persona era un elemento maleable,
cambiante y que reflejaba una importante libertad de escogencia, pudiéndose
usar como primer apellido incluso los nombres familiares heredados de mujeres y
hasta de antepasados más remotos, según pudiera convenir. Sin embargo, este
fenómeno empezó a estandarizarse y ya para la época en que vivió Francisco, la
tradición de colocar como primer apellido el del padre, aunque no obligatoria,
estaba bastante arraigada[5],
por lo que el uso del nombre familiar Duque de forma predominante en una parte
de su vida, y más aun, el constante cambio de apellidos de forma intercalada,
resulta curioso y puede responder a otro tipo de razones, que pueden ir desde
una motivación personal, como lo sería el ánimo de pasar desapercibido o tener
un perfil bajo (lo que por los hechos de su vida parece improbable), hasta una
más prosaica y probable informalidad e inconsistencia en el registro de los
hechos de la vida de las personas.
Ya refiriéndome a los hechos que moldearon su vida, es indispensable empezar diciendo que Francisco
fue soldado realista durante la guerra de independencia de Venezuela,
perteneciendo al ejército expedicionario de Costa Firme, destinado a
reconquistar las provincias insurrectas del norte de América del Sur. Esto se
evidencia por aparecer mencionado en una relación de los jefes y oficiales de
esa fuerza militar que fueron expulsados de la República de Colombia, a la que
la Provincia de Maracaibo se estaba agregando, confeccionada a bordo del
bergantín de guerra “Independiente”, anclado en Los Puertos de Altagracia, el 6
de agosto de 1823, y hecha de conformidad con el artículo 4 del tratado de
capitulación suscrito en Maracaibo entre los ejércitos de Morales y Padilla, el
3 de agosto de ese mismo año, cuyo tenor disponía el referido exilio[6].
No
se tiene una absoluta certeza del rango que ostentaba Francisco Amado en las
filas realistas, ya que en manifestaciones escritas hechas por su esposa y en
comunicaciones de las autoridades gubernamentales del Departamento del Zulia[7],
se lo señala como Teniente de Caballería, pero en la referida relación de
oficiales expulsados de Colombia tras la capitulación de Morales, se le asigna
el grado de subteniente. Puede tratarse de un error en el referido listado o de
un ascenso de último minuto, pero lo cierto es que formaba parte de la baja
oficialidad del ejército expedicionario.
Por
otro lado, resulta curioso que en el encabezamiento de la referida relación se
indique que los sujetos en él señalados ya habían salido del territorio de la
república, ya que Francisco se casó en Maracaibo el 3 de septiembre de ese año
de 1823, exactamente un mes después de celebrada la capitulación, por lo que evidentemente no había abandonado
la ciudad para el momento de la elaboración del listado, ni lo hizo en las
semanas inmediatamente posteriores.
De hecho, no sería descabellado pensar que contrajo matrimonio con la maracaibera Concepción Alvarado -mi quinta abuela- como, al menos en parte, una medida desesperada para tratar de evitar su expulsión, lo que puede interpretarse de una posterior declaración hecha en el expediente de solicitud de retorno a Colombia, que esgrimía como prueba del patriotismo colombiano de Francisco el hecho de haberse casado en "una de las familias más adictas al sistema político" que regía a la República[8].
De hecho, no sería descabellado pensar que contrajo matrimonio con la maracaibera Concepción Alvarado -mi quinta abuela- como, al menos en parte, una medida desesperada para tratar de evitar su expulsión, lo que puede interpretarse de una posterior declaración hecha en el expediente de solicitud de retorno a Colombia, que esgrimía como prueba del patriotismo colombiano de Francisco el hecho de haberse casado en "una de las familias más adictas al sistema político" que regía a la República[8].
Sin
embargo, también es un hecho que Francisco y Concepción ya tenían algún tipo de
relación antes de contraer matrimonio, y es que su primera hija nació a finales
de enero de 1824, menos de cinco meses después de la boda de sus padres, que
tuvo lugar en septiembre del año anterior, por lo que es evidente que fue concebida
de forma prematrimonial, alrededor de abril de ese mismo año.
Igualmente se sabe que para el momento de su expulsión, Francisco ya estaba establecido en Maracaibo, dedicándose a la agricultura[9], por lo que al menos parcialmente parece que había dejado la vida de militar activo atrás, o la compaginaba con la de particular ya avecindado, empleado y casado en las Indias.
Igualmente se sabe que para el momento de su expulsión, Francisco ya estaba establecido en Maracaibo, dedicándose a la agricultura[9], por lo que al menos parcialmente parece que había dejado la vida de militar activo atrás, o la compaginaba con la de particular ya avecindado, empleado y casado en las Indias.
Lo
cierto es que en algún punto de ese año de 1823 Francisco tuvo que dejar
Maracaibo, y que partió refugiado a la isla de Curazao, ya que en 1825 su
esposa solicitaba al gobierno colombiano que le concediera permiso a su marido para
regresar de ese exilio, en el que afirmaba ya llevaba 2 años[10]
(es decir, desde el propio 1823). La determinación de Curazao como destino
parece derivar de su condición de territorio neutral en el conflicto
independentista; aparentemente había para el momento algún tipo de norma, que
he fallado en identificar, que exigía que aquellos expulsados que quisieran
retornar a territorio colombiano, debían permanecer algún tiempo en Curazao u
otra isla neutral, observando buena conducta, hasta recibir la pertinente
autorización del gobierno[11].
Firmas de
mi quinta abuela, Concepción Alvarado, esposa de Francisco Amado y quien luchó
ante las autoridades colombianas en favor de su marido, hechas en los últimos
días de diciembre de 1825, en el precitado expediente de solicitud de retorno.
Esta
expulsión con retorno condicionado parece contradecirse con el exilio
potestativo que el previamente referido artículo 4 del instrumento capitular contemplaba
para los jefes, oficiales, sargentos, cabos y demás individuos de tropa
europeo, e incluso para los músicos de ese origen, carácter libre y electivo
que se infiere del uso en su texto de la fórmula “(…) podrán salir juramentados
fuera del territorio de Colombia para no volver a tomar las armas contra ella,
mientras no sean canjeados (…)”[12],
donde el verbo poder refleja libertad de escogencia y no un mandato imperativo.
En
la realidad, sin embargo, esta norma se tradujo en expulsiones forzosas, como
se desprende de los trámites emprendidos ante el gobierno de Colombia por
Concepción Alvarado. Esto representa, pues, una temprana muestra de
arbitrariedad, falta de seguridad jurídica e inobservancia de las normas
jurídicas por parte de las instituciones estatales colombo-venezolanas, que ha
perdurado en mayor o menor grado -dependiendo de cuál de los dos modernos
países se trate- hasta nuestros días.
La
vida de Francisco Amado en Curazao se desarrollaba en la más absoluta miseria, “(…)
sin arbitrio de que subsistir, rodeado de continuas fuertes indigencias hasta
casi pordiosear el alimento (…)” como señalaba su esposa en la promoción de
testigos que formuló ante el Alcalde Parroquial de Maracaibo[13].
Los testigos presentados, señores Antonio Jiménez, Francisco Guerra, José
Gaybis y Simón Henrrique (los tres primeros vecinos de Maracaibo y el último de
Curazao), ratificaron en sus declaraciones lo señalado por Concepción Alvarado,
ya que habían tenido contacto directo con Francisco en la isla caribeña. De
hecho, los señores Jiménez y Gaybis fueron más allá, indicando el primero que
Francisco sí que llegó al “(…) extremo de mendigar el alimento (…)”, señalando
el segundo de ellos que incluso le era “(…) casi indispensable (…)” pordiosearlo[14].
En
definitiva, el grado real de pobreza de Francisco en suelo antillano es difícil
de determinar a ciencia cierta hoy en día, pero todo parece indicar que sí
sufrió fuertes penurias, que no solo se limitaron a lo económico, sino que
también lo tocaron en lo personal, y es que
por encontrarse forzosamente alejado de su familia, no conoció a su primera
hija, María Celia, que nació y murió en 1824 en pleno exilio de su papá.
Por
otra parte, Francisco procuró, durante su exilio curazoleño, demostrar su nuevo
patriotismo colombiano y su adhesión al régimen republicano, rehuyendo de la
compañía de los desafectos al gobierno de Colombia y de los españoles en
general, y expresándose públicamente en favor de aquel gobierno y en contra de
la “injusticia y temeridad de los españoles”[15],
que aun guardaban esperanzas de nuevas expediciones de reconquista provenientes
de la península[16].
Su tenacidad para convencer sobre su fidelidad a Colombia era tal que no solo afirmaba su “(…) deseo de reunirse a su esposa para vivir tranquilo bajo las leyes de la república (…)” e incluso su disposición de derramar “(…) en su defensa la última gota de sangre”[17], sino que además rechazó ofertas de “encargarse del cuido de una tienda” en Puerto Rico o en Cuba, empleo que lo sacaría de la extrema precariedad en que vivía, por haberle sido extendidas por españoles e implicar su traslado a “país español”[18]. Este traslado a territorio dependiente de España, además, lo haría transgredir la supuesta condición de permanencia en territorio neutral requerida para recibir el permiso de retorno a Maracaibo, por lo que si quería reunirse con su esposa no le convenía aceptar las dichas ofertas, aunque pudieran favorecerle económicamente, o aunque en el fondo aun llegase a guardar simpatía hacia su patria de origen.
Su tenacidad para convencer sobre su fidelidad a Colombia era tal que no solo afirmaba su “(…) deseo de reunirse a su esposa para vivir tranquilo bajo las leyes de la república (…)” e incluso su disposición de derramar “(…) en su defensa la última gota de sangre”[17], sino que además rechazó ofertas de “encargarse del cuido de una tienda” en Puerto Rico o en Cuba, empleo que lo sacaría de la extrema precariedad en que vivía, por haberle sido extendidas por españoles e implicar su traslado a “país español”[18]. Este traslado a territorio dependiente de España, además, lo haría transgredir la supuesta condición de permanencia en territorio neutral requerida para recibir el permiso de retorno a Maracaibo, por lo que si quería reunirse con su esposa no le convenía aceptar las dichas ofertas, aunque pudieran favorecerle económicamente, o aunque en el fondo aun llegase a guardar simpatía hacia su patria de origen.
Esta
actitud evidentemente la granjeó la enemistad de aquellos españoles
residenciados en Curazao, de quienes recibió persecución, estando siempre en
zozobra y expuesta su seguridad individual, según declaraba Concepción Alvarado
en carta que dirigió el 29 de diciembre de 1825 a Francisco de Paula Santander,
Vicepresidente de Colombia, encargado del poder ejecutivo ante la ausencia de
Simón Bolívar[19].
A
través sus palabras, Concepción nos hace ver cómo Francisco tenía la
expectativa de que, a cambio de abandonar las banderas del rey y plegarse a la
naciente república, recibiría la hospitalidad y buena acogida del gobierno de
Colombia, ya que era lo que correspondía con arreglo al sistema político y
jurídico que imperaba en ese país, al derecho de gentes y a la más elemental
humanidad. Pero ese no fue el caso, el ejecutivo colombiano negó admitir a
Francisco en el seno de la república, y lo condenó a una vida en el limbo que
representaba Curazao, separado de su esposa en Maracaibo, e imposibilitado de
asilarse en su tierra natal, ya que su actitud lo convirtió en reo de alta
traición para España[20].
Concepción
le señalaba a Santander con poéticas palabras que, no obstante todas las
penurias que le habían tocado vivir a su esposo, Francisco “(…) tiene la más
dulce satisfacción de presentar al Gobierno y a los Pueblos de Colombia un
testimonio inequívoco, de que si es Español por naturaleza, es patriota por
decisión”[21].
Esa actitud de fidelidad a Colombia, a todas luces autodestructiva, y el tesón, entereza y lealtad demostrados por su esposa en la tramitación del permiso de retorno durante 1825, eventualmente dieron frutos, y es que en una nota marginal estampada en la referida carta remitida por Concepción al Vicepresidente, firmada el 14 de febrero de 1826 por el Secretario del Interior de Colombia, José Manuel Restrepo, se da a entender su decisión de acceder a las peticiones de la solicitante, al escribir la frase “Resuelto: que se suspenda la determinación”[22], en clara alusión a la expulsión de Francisco. Sin embargo, parece que fue ya en 1827 que Francisco pudo retornar a Maracaibo, ya que es en ese año que Carlos Luis Castelli, Intendente del Departamento del Zulia, acusa recibo de la aprobación del salvoconducto a Francisco para regresar a Colombia[23].
Esa actitud de fidelidad a Colombia, a todas luces autodestructiva, y el tesón, entereza y lealtad demostrados por su esposa en la tramitación del permiso de retorno durante 1825, eventualmente dieron frutos, y es que en una nota marginal estampada en la referida carta remitida por Concepción al Vicepresidente, firmada el 14 de febrero de 1826 por el Secretario del Interior de Colombia, José Manuel Restrepo, se da a entender su decisión de acceder a las peticiones de la solicitante, al escribir la frase “Resuelto: que se suspenda la determinación”[22], en clara alusión a la expulsión de Francisco. Sin embargo, parece que fue ya en 1827 que Francisco pudo retornar a Maracaibo, ya que es en ese año que Carlos Luis Castelli, Intendente del Departamento del Zulia, acusa recibo de la aprobación del salvoconducto a Francisco para regresar a Colombia[23].
No
obstante, su estancia en Maracaibo con el permiso del gobierno colombiano fue
efímera. Se tiene constancia de que para principios de febrero de 1828
había sido nuevamente expulsado del país, junto al también español doctor Manuel
Arocha, que había sido cirujano del ejército expedicionario y que también había
sido expulsado una primera vez en 1823, y al maracaibero Nepomuceno Socorro.
Partieron los tres a un nuevo exilio en Curazao, a bordo de la goleta de guerra
Independencia, por el motivo de ser “(…)
desafectos y peligrosos a la tranquilidad y seguridad del departamento”
del Zulia. Esto consta en carta del 2 de febrero de 1828, enviada por Justo
Briceño, Intendente del Departamento para la época, a quien ocupara la
Secretaría de Guerra para el momento[24],
que se trataría por la fecha bien de Carlos Soublette o de Rafael Urdaneta.
Vista de la batalla
naval del Lago de Maracaibo, del 24 de julio de 1823, en la que se aprecian, en
la línea superior de embarcaciones, que tienen bandera tricolor colombiana: en
primer lugar, de derecha a izquierda, el bergantín Independiente, donde fue
confeccionada la lista de oficiales realistas expulsados que incluía a
Francisco Duque, y en séptimo lugar, en el mismo orden, la goleta
Independencia, probablemente la misma que menos de cinco años después
transportó a Francisco a su segundo exilio[25].
Las
causas específicas de esa expulsión, o sea, las razones del supuesto desafecto
y de la peligrosidad de Francisco, no he podido determinarlas, así como tampoco
conozco la duración ni las condiciones de vida de ese segundo exilio
curazoleño. Probablemente no haya durado más de un año, ya que a principios de
1830 nació en Maracaibo su tercer hijo, necesariamente concebido en 1829, y
posteriormente siguió teniendo hijos en esa ciudad a lo largo de la década de
los 30 del siglo XIX, lo que certifica su presencia en suelo maracaibero.
De
lo que sí se tiene casi total certeza es que, a menos que esta segunda
expulsión haya sido muy breve, y al igual que con su primogénita, Francisco no
presenció el nacimiento de su segundo hijo Francisco Antonio, mi cuarto abuelo,
ya que este se dio unos dos o tres meses después de su forzosa partida de
Maracaibo. Afortunadamente,
este hijo sí llegó a la adultez y pudo convivir con su padre, quien eventualmente
retornó a Maracaibo, donde además parece que se reinsertó satisfactoriamente en
la sociedad, siendo feligrés junto a su familia de la parroquia de Nuestra
Señora de Chiquinquirá y San Juan de Dios, y teniendo alguna participación en
la vida política de la ciudad.
Esto último se hace aparente al comprobar que un Francisco Duque, con casi plena certeza nuestro personaje, aparece entre los firmantes del pronunciamiento de Maracaibo del 16 de enero de 1830, en favor de su adhesión o unión en federación a Venezuela, separación de Colombia, rechazo al envío de tropas desde Cartagena, y reconocimiento de José Antonio Páez como jefe del nuevo Estado venezolano y de Miguel Borras, Prefecto y Comandante General del Departamento como Jefe del Zulia[26].
No
esperaría menos de alguien que fue tan vilipendiado y maltratado por Colombia,
pero que hizo su vida en Maracaibo. El proceder más lógico era el que
efectivamente siguió: respaldar, junto a los ciudadanos notables de la ciudad, la
ruptura con aquel país y la constitución de Venezuela en Estado independiente. Once
años después, el 08 o 09 de abril de 1841, Francisco Amado, llamado Duque,
murió en Maracaibo, ciudad a la que llegó como conquistador, de la que fue
expulsado dos veces, y en la que encontró un hogar, iniciando una familia que ha
continuado hasta nuestros días.
Fuentes
primarias eclesiásticas consultadas para la elaboración de este artículo:
- Partida
de bautismo de Gerónimo Francisco Diego Amado, de 3 de octubre de 1789,
disponible en: https://gw.geneanet.org/luisitahg?n=amado+duque&oc=&p=geronimo+francisco+diego30-09-1789
- Posible
listado de comunión o confirmación donde aparece Francisco Gerónimo Amado,
S/F, disponible en: https://gw.geneanet.org/luisitahg?n=amado+duque&oc=&p=geronimo+francisco+diego
- Acta
de matrimonio de Francisco Duque y Lucía Concepción Alvarado, de 03 de
septiembre de 1823, disponible en dos versiones diferentes en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5G-C3K?i=261&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-CDRP
y https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5G-C23?i=219&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-CD24
- Partida
de bautismo de María Celia Amado, de 28 de enero de 1824, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRR9-W7H?i=442&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-3P62
- Acta
de defunción de María Celia Duque, de 4 de febrero de 1824, disponible en:
https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5N-9GDK?i=203&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-8VNH
- Partida
de bautismo de Francisco Antonio Amado, de 6 de abril de 1828, disponible
en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RR9-Q57?i=111&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-3LZF
- Partida
de bautismo de Manuel María Amado, de 18 de febrero de 1830, disponible
en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRD-ZR7?i=81&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-3RB6
- Partida
de bautismo de Felipe Santiago Amado, de 4 de enero de 1832, disponible
en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRD-ZLN?i=156&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-Q9PX
- Partida
de bautismo de María Teresa de Jesús Amado (alias) Duque, de 12 de
noviembre de 1833, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRD-Z6Q?i=243&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-Q926
- Acta
de defunción de Teresa Duque, de 15 de noviembre de 1833, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5L-BPJ?i=41&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-8KXJ
- Partida
de bautismo de Rosa María Teresa Amado, de 31 de agosto de 1835,
disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRD-CYM?i=306&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-QQ6F
- Partida
de bautismo de Domingo del Rosario Amado, de 30 de mayo de 1837,
disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRD-CD7?i=404&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-QXQY
- Partida
de bautismo de Evarista Amado, de 31 de mayo de 1839, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRD-HJH?i=607&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-795M
- Acta
de defunción de Francisco Amado, de 09 de abril de 1841, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5L-B95?i=163&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-8LHJ
- Acta
de defunción de Rosa Amado, de 16 de marzo de 1845, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5L-YK5?i=289&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-814F
- Acta
de matrimonio de Francisco Antonio Amado y Magdalena Torrealba, de 26 de
agosto de 1853, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5N-92W8?i=321&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-C5N4
- Acta
de matrimonio de Felipe Amado y María del Rosario Hoyo, de 01 de mayo de
1878, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5N-9VKF?i=661&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-8FQY
- Acta
de defunción de Francisco Antonio Amado Alvarado, de 12 de mayo de 1901,
disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RR9-6P4?i=639&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-32YP
- Acta
de defunción de Felipe Amado, de 17 de agosto de 1915, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5G-924?i=135&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-XCRV
- Acta
de defunción de Manuel Amado, de 26 de enero de 1922, disponible en: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRR9-D51?i=1057&cc=1951777&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQVMV-S5VT
[1]
Así se les llama a los naturales del Arrabal de las Ventas, hoy Navas del
Madroño, pueblo vecino a Brozas.
[2] Perteneciente a la Real Academia
de la Historia, archivado con el código [C-011-003-06]. Disponible en:
http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/es/consulta/registro.cmd?id=12787
[3] Plano que forma parte de la
colección de la Biblioteca Nacional de España, y cuya digitalización está
disponible en: Rivero, Juan Francisco. Brozas
en 1796, en un mapa de Tomás López. Publicado el publicada el 9 de agosto
de 2019 en:
Lópezhttp://cronistadelasbrozas.blogspot.com/2019/08/brozas-en-1796.html
[4] Autor de la imagen: Rpmayor.
Obtenida en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Iglesia_en_Brozas.jpg
[5] Alfaro de Prado, Antonio. La ¿caótica? transmisión de apellidos hasta
el siglo XIX en España. Disponible en:
http://www.genealogiahispana.com/apellidos/la-caotica-transmision-de-apellidos-hasta-el-siglo-xix-en-espana/
[6] Armada Nacional de la República
de Colombia. Bloqueo, rendición y
ocupación de Maracaibo por la Armada Colombiana al mando del Almirante D. José
Padilla. Documentos para su historia. Sección de Imprenta y Publicaciones,
Bogotá, 1947, pp. 101, 105 y 107.
[7] Briceño Perozo, Mario. Vida y papeles de Justo Briceño.
Gráficas Continente, 1970, p. 209.
[8] Certificación sobre la conducta
y situación de Francisco Duque, expedida por Bruno de Ortega, Jefe Político
Municipal del Cantón de Maracaibo, a solicitud de Concepción Alvarado, el 23 de
diciembre de 1825. Inserta en el expediente de solicitud de permiso para el
retorno de Francisco Duque a Colombia, que reposa en el Archivo General de la
Nación de Colombia bajo el código de referencia PETICIONES-SOLICIT:SR.75,8,D.2;
disponible digitalmente en: http://consulta.archivogeneral.gov.co/ConsultaWeb/descripcion.jsp?id=3823159&images=true
(página 11/106 del archivo digitalizado).
[9] Carta de Concepción Alvarado
dirigida al Vicepresidente de la República de Colombia encargado del poder ejecutivo,
Francisco de Paula Santander, fechada el 29 de diciembre de 1825. Inserta en el
expediente de solicitud de permiso para el retorno de Francisco Duque a
Colombia citado en la nota 5 (página 20/106 del archivo digitalizado).
[10] Ibíd. (página 19/106 del archivo
digitalizado) y; escrito de promoción de testigos presentado por Concepción
Alvarado ante Ramón Campos, Alcalde de Parroquia de Maracaibo, aproximadamente
el 21 de diciembre de 1825. Inserto en el expediente de solicitud de permiso
para el retorno de Francisco Duque a Colombia citado en la nota 5 (página 3/106
del archivo digitalizado).
[11] Declaración sobre la conducta
observada por Francisco Duque en la isla de Curazao, suscrita por cuatro
vecinos de aquella el 18 de mayo de 1825. Inserta en el expediente de solicitud
de permiso para el retorno de Francisco Duque a Colombia citado en la nota 5 (páginas
15 y 16/106 del archivo digitalizado).
Vid. nota 6 (página 20/106 del
archivo digitalizado).
[12] Tratado de capitulación bajo el
cual se ha rendido el ejército español de Maracaibo, del 3 de agosto de 1823.
Publicado por: Espinal, Valentín. Iris de
Venezuela Extraordinario N° 13, Caracas, 18 de agosto de 1823. Guardado por
el Archivo General de Indias bajo el código de referencia:
ES.41091.AGI/21.8.6//ESTADO,63,N.44, y publicado digitalmente en:
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=65899&fromagenda=N
[13] Vid. nota 7 (páginas 3 y 4/106
del archivo digitalizado).
[14] Deposiciones de Antonio Jiménez
(pp. 4-5/106), Francisco Guerra (pp. 6-7/106), José Gaybis (pp. 7-8/106) y
Simón Henrrique (pp. 8-9/106) ante Ramón Campos, Alcalde de Parroquia de
Maracaibo. Insertas en el expediente de solicitud de permiso para el retorno de
Francisco Duque a Colombia citado en la nota 5.
[15] Deposición de Antonio Jiménez
(vid. nota 11).
[16] Vid. nota 8.
[17] Ibíd.
[18] Deposiciones de Antonio Jiménez
y Francisco Guerra (vid. nota 11) y declaración de vecinos de la isla de Curazao
(vid. nota 8).
[19] Vid. nota 6 (página 19/106 del
archivo digitalizado).
[20] Ibíd.
[21] Ibíd.
[22] Nota marginal de José Manuel
Restrepo, Secretario del Interior de la República de Colombia, fechada en
Bogotá el 14 de febrero de 1826, estampada en la carta a la que hace referencia
la nota 6 (página 19/106 del archivo digitalizado).
[23] El referido acuse de recibo no
se encuentra digitalizado, por lo que no ha podido ser consultado directamente,
pero es descrito en su ficha del Archivo General de la Nación de Colombia,
donde reposa bajo el código de referencia FUNCIONARIOS-PUBL:SR.44,12,D.18.
Dicha ficha se encuentra disponible en:
http://consulta.archivogeneral.gov.co/ConsultaWeb/descripcion.jsp?id=3737140.
Nótese que el nombre del Intendente del Departamento del Zulia aparece
incorrectamente como Carlos Castillo en la ficha, realmente refiriéndose a
Carlos Castelli, quien para 1827 ocupaba ese cargo público (Vid. Semprún Parra,
Jesús Ángel; Hernández, Luis Guillermo. Diccionario General del Zulia, segunda
edición, p. 454. Sultana del Lago, Editores, Maracaibo, 2018 (entrada para Castelli,
Carlos Luis).
[24] Briceño Perozo, Mario. Ibíd.
[25] Garneray, Ambroise-Louis. 2ª Vista del Combate del 24 de julio del año
1823 en la laguna de Maracaybo al mando del Benemérito General José Padilla se
la dedica al teniente de navío Jayme Brun. Posterior a 1823. Litografía de
Langlumé, 45 x 64 cms. Colección Museo Bolivariano, Caracas. Imagen y
descripción de los navíos en: Maita Ruiz, José Gregorio. Las Vistas de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, de Ambroise-Louis
Garneray. Validación como fuente histórica. Publicado el 12 de junio de
2017 en:
http://terrestrium-navalium.blogspot.com/2017/06/las-vistas-de-la-batalla-naval-del-lago.html
[26]
Azpurúa, Ramón. Anales de Venezuela.
Documentos para la historia de Venezuela desde el año de 1830, Tomo I. Imprenta
de vapor de “La Opinión Nacional”, Caracas, 1877, p. 104.
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