A más de un
mes de haber iniciado las protestas en Venezuela, no es mucho lo que pueda
escribir que ya no se haya dicho, y es mucho menos lo que puedo escribir sobre
el porvenir de nuestra Nación. ¿Por qué? Porque pretender hacer un análisis de
los posibles desenlaces de esta crisis de proporciones bíblicas, sin tener las herramientas
o la información que ello requeriría, sería una terrible irresponsabilidad y,
sobre todo, un alarde mayor de falsa sabiduría o falsa jerarquía intelectual.
Lamentablemente la situación que vivimos ha sido aprovechada por muchos
analistas, eruditos y politólogos improvisados -e incluso por varios falsos
profetas-, para precisamente hacer eso: inventarse el futuro de nuestro país y
difundirlo por internet, las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales,
dando a los venezolanos falsas esperanzas o bien un pesimismo exagerado.
Yo no soy
analista de profesión, con la suficiente formación requerida para soltar
afirmaciones de semejante calibre, ni tengo información privilegiada
proveniente del seno del gobierno o las Fuerzas Armadas (como muchos imbéciles,
usualmente amparados por el anonimato, aseveran en twitter, siendo creídos por
otro grupo de personas de igual o hasta mayor imbecilidad), por lo que no
pecaré de prepotencia haciendo un análisis de ese tipo. En las próximas entradas
de este blog simplemente aportaré ciertas ideas que desde que empezó esta lucha
de desgaste tengo, y que creo que su aplicación es necesaria para darle más
fuerza a ella, y haré algunas exhortaciones que considero pertinentes.
En primer
lugar, quiero dedicarle esta publicación específica al papel de la ilustre
Universidad del Zulia, el alma máter de nuestro Estado, en el desarrollo de
estas protestas. Es evidente que quienes han llevado la batuta en este mes de
resistencia civil han sido los estudiantes universitarios, perteneciendo un
elevadísimo porcentaje de éstos a LUZ, y sin embargo, la actitud de la
universidad como institución y de sus gremios no ha sido sino deplorable,
vergonzosa y triste. Es indignante que la universidad se haya limitado a
suspender parcialmente sus actividades cuando las calles se calientan mucho, o
cuando las protestas se encuentran muy próximas a la ciudad universitaria, y
solamente porque “las condiciones de seguridad e higiene no están dadas” para impartir
clases o para que los empleados administrativos y personal obrero laboren. Si
la universidad recibiera dinero por cada vez que el pretexto usado es la “falta
de condiciones”, probablemente su déficit presupuestario terminaría.
Una
institución que ha sufrido en carne propia los duros embates del autoritarismo,
al punto de que como absurdo castigo de las dictaduras venezolanas tuvo sus
puertas cerradas por casi medio siglo, y que ahora se haga la vista gorda ante las
tropelías que comete esta tiranía del siglo XXI no sólo contra sus estudiantes -esencia de la existencia universitaria- sino también contra su autonomía académica,
organizativa, administrativa y financiera, es una institución que ha perdido su
alma, su espíritu zulianista, y su dignidad. La esencia de la universidad es la
educación, pero no una educación adoctrinada y con directrices giradas desde el
gobierno central, sino una educación libre, que promueva la democracia, la
pluralidad ideológica, el avance científico, que, como la misma Ley de
Universidades expresa en su artículo 1, afiance pues, “los valores trascendentales del hombre”.
El llamado es
entonces a las autoridades institucionales de la Universidad del Zulia a que
dejen la indiferencia, a que dejen de tratar la situación nacional como un mero
y transitorio inconveniente en el normal desenvolvimiento de las actividades
universitarias, a que detengan sus constantes llamados al reinicio de éstas,
como si nada grave pasara, a que no sigan sucumbiendo a los vicios de la
corrupción y de priorizar el dinero antes que el bienestar nacional. Olvídense
que la universidad regresará a la normalidad mientras este gobierno siga en
pie. Con este gobierno no hay tal normalidad, una educación adulterada no es
normal. De nada sirve que emitan comunicados o que declaren su apoyo
irrestricto a los estudiantes si por el otro lado pretenden normalizar
artificialmente todo, en un claro atentando a los intereses de esos estudiantes
que dicen apoyar.
Encuentren su
valor y su honor, tengan algo de gallardía, honren la memoria de Ochoa, Lossada
y todos los rectores y profesores de antaño que glorifican nuestro nombre, y pronúnciense
con sinceridad y de una vez por todas en todo este caos. Únanse a la legítima y
constitucional desobediencia civil en que se encuentran sumergidos sus
estudiantes, mediante la suspensión indefinida de las actividades académicas de
pregrado y postgrado, administrativas y obreras hasta que la crisis política
nacional no termine definitivamente, reconociendo al gobierno como lo que
es: una dictadura, y exhortando y autorizando a todos los elementos que
conforman la comunidad universitaria a manifestarse activamente en las
protestas que se desarrollan a nivel nacional.
A su vez,
quiero hacer el mismo llamado, de unión con los estudiantes a quienes tienen
como misión educar, a los profesores. De nada sirve que se “desincorporen” de las
actividades días tras día cuando hay protestas en el perímetro de la
universidad. Es momento de que APUZ llame a un paro indefinido hasta que la
situación realmente tenga feliz término. Nosotros, sus estudiantes, aceptamos
su eterno paro del año 2013, y ustedes, cuando eran estudiantes, tuvieron que
aceptar y vivir con los paros que sus profesores convocaban. Les toca a ustedes
entonces, aceptar ahora las protestas de sus estudiantes y unirse a ellas,
sobre todo teniendo en cuenta que su razón de ser no se restringe a
reivindicaciones salariales como las de ustedes -por muy legítimas que éstas
sean-, sino que van mucho más allá, buscan lograr un país donde todos podamos
vivir en paz y prosperidad.
Es hora de
fijar posiciones claras. Es hora de que LUZ asuma la enorme responsabilidad
social que tiene. Esta lucha tendrá sus frutos, pero para que lleguen,
requerimos su apoyo. La dictadura tarde o temprano fenecerá, como lee la
inscripción de nuestro escudo universitario: “Post nubila phoebus”, “Después de las nubes, el sol”.
José Alberto Vargas La Roche.
Estudiante de la Escuela de
Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de La Universidad del
Zulia.
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